La pretensión de este ensayo es
buscar un paralelismo entre la doctrina del placer epicúrea y la filosofía
marxista. Más concretamente, entre los conceptos de placer katastemático,
cinético y gástrico en Epicuro y la alienación, la lucha de clases, y la
conciencia en Marx.
Para Epicuro la base de la que
partía la posibilidad del placer, era el placer gástrico, es decir, la ausencia
de hambre. Es la condición necesaria que permite el acceso a los demás placeres.
El primer paralelismo residiría en este concepto, pues “no se crea conciencia
de clase sin la barriga llena”. Sin eliminar la más básica de las necesidades
humanas, que es la de poder alimentarse, se convierte en imposible que se pueda
tomar conciencia de la realidad, y por tanto de la explotación que el sistema
capitalista esgrime sobre la clase obrera.
Mi segunda intención es
relacionar el placer katastemático con la lucha de clases. Después de solventar
el problema del hambre, la ausencia del dolor, es decir, el placer
katastemático es el segundo punto para llegar a la felicidad. Trasladando esto
al marxismo entenderíamos la ausencia de dolor, como la ausencia de lucha de
clases, es decir, la superación del capitalismo hacia el socialismo como la
consecución del placer katastemático. Ya no hay situación de explotación, ya no
hay dolor, porque ya no hay clases, y lógicamente ya no hay lucha.
Por tanto se acaba con la
alienación, el trabajador consigue el dominio de de los medios de producción y
se libera del determinismo económico que le hacía trabajar no para sí, sino
para los intereses del capitalista.
Esta liberación del determinismo
económico le permite aspirar a la realización individual de sí mismo mediante
el trabajo. Aquí establecemos el último paralelismo: los placeres cinéticos
complementan, pero no intensifican el placer katastemático. Entenderíamos pues,
que la realización individual del ser humano mediante el trabajo, es el
complemento de la consecución del socialismo y la abolición de las clases
sociales.
Es decir, la consecución del
socialismo abre la puerta a la realización del ser humano, de la misma manera
que la consecución del placer katastemático abre la puerta al placer cinético.
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